»Jamas quise nada. Y entonces llegaste tú, y lo quise todo«
¿Cuantas veces tenía que hacer aquello? ¿Cuantss veces se tenia que convencer de que lo que hacia no era lo incorrecto? Estaba con la chica que había amado y lastimado más veces de las que él mismo se había lastimado y con eso en mente a Jace aún le parecía casi imposible que ella hubiese accedido s formar un futuro cercano. Un nuevo inicio donde no había celos, heridas, pasados; y donde había futuros inciertos, de esos que te daban ganas de vivir sin importar lo que se atravesara.
Jace daba saltitos diminutos de nerviosismo mientras miraba a los lados y su reflejo mismo en las puertas de la mansión Edson. Hizo una mueca. Ser elegante era parte del paquete de cazador, pero también le disgustaba, las corbatas no eran lo suyo. Su mirada bajó segura hacia sus manos que sujetaban casi con demasiada fuerza las rosas, allí, en medio de todos sus dedos había una fina capa blanca donde antes había ido su anillo de familia.
Suspiró.
Aprendes a vivir sin el pasado, Jace. Quieres un futuro, quieres ser feliz, ¿recuerdas?
Y vaya que si no lo quería. Debía ser feliz con alguien que lo conociera desde los pies hasta el mas minúsculo cabello rubio... Quería ser feliz para así mostrar a su pequeña hija lo que significaba amar, y que no siempre amar era salir con un corazón roto. Que el amor no te destruía, sino al contrario, te hacia el doble de fuerte que nunca antes.
Las luces del interior se encendieron y voces se escucharon del otro lado. Una última revisada de aliento y peinado le hizo al rubio sentirse menos ansioso y entonces aspiró profundamente sonriendo al fin. La puerta se abrió y ante él una figura curvilínea debajo de capas de tela roja se dejó ver. Había recordado el vestido de la cena de beneficencia y lo bien que había lucido, fabulosa.
— ¿Jace?
Pero él estaba tan absorto en lo magnifica y hermosa que lucia que apenas tuvo tiempo de permitirse tomar palabra o al menos decirlas sin tartamudear y vacilar. Ellison sonrió entonces acercándose para besar su mejilla en un tierno gesto sin apartar sus ojos dorados de los suyos. Y en un solo aliento, habló:
—Jamas había visto una persona tan hermosa... Pareces un ángel, Ellie.